Hablar de compromiso, nos llena de orgullo, porque es una decisión sumamente importante, llena de valor y lealtad al objetivo a alcanzar. Sin embargo, es una condición con riesgos ineludibles ya que, comprometerse a hacer algo o por algo nos obliga a seguir pautas o lineamientos dado por alguien o dejado guiar por algo para llegar a ese punto, dejándonos de cumplir con otras series de servicios necesarias ya sean por sí mismo o tercera personas u cosa
,lo cual nos limita de todo acto que se vea necesario dado la circunstancia. Es un arma de doble filo: cumplimos con lo establecido o desviamos el cometido por razones personales o por simplemente por mantenerse en la ética y la moral.
,lo cual nos limita de todo acto que se vea necesario dado la circunstancia. Es un arma de doble filo: cumplimos con lo establecido o desviamos el cometido por razones personales o por simplemente por mantenerse en la ética y la moral.
Existe diversidad de razones personales, de grupos u empresariales por mantener esa confianza hacia una o un grupo de personas, hoy en día nos vemos llenos de promesas que en la mayoría llenan un vacío interminable, de insatisfacción y remordimientos encontrados por causas adyacentes a la integridad del individuo; en casos donde sentimos la apatía por aquellos que se han alejado de ese sentimiento fértil, de seguridad y que por razones no determinadas utilizan esta palabra para llegar y hacer dar confianza.
En la vida pública y privada, esta palabra es tan común como pisar la tierra o respirar el “aire puro”, escuchamos a personajes de la farándula, del arte y el espectáculo; en los políticos es muy común, tanto es así que muchas veces es casi indetectable percibir su fidelidad y veracidad por la práctica que ellos por un periodo de tiempo se orientan y especializan para hacer cumplir sus objetivos.
¿Cómo evitar hablar de compromiso sin fallar en el intento?
Eso es algo que no enseñan, ya que va y depende de la persona, de su condición humanista no de sus necesidades ni de obligaciones por terceros, es una decisión sumamente de moral, porque nosotros como seres humanos, nos enseñan desde niños lo que es el bien y el mal, lo bueno y lo malo, el sol y la luna, el día y la noche; si la virtud fuera peligroso no existiera el mal.
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