Nos mantenemos en
constante movimiento por este rumbo hacia el bienestar social, individual,
colectivo, en comunidad o en un sistema común, nos centramos en una paradoja
que nos llena de vacío hacía de la cual no sabríamos responder, nos integramos
en un grupo sea cual fuere su convicción en tantas de todas las ramas del
estudio e intentamos localizar en algunos de los espacios ese equilibrio que
debería de llenar nuestras expectativas. Si en una vida tal, de un grupo
cualquiera de un estilo móvil, ¿Cuál sería nuestro destino de permanecer allí y
no dejarnos caer en un abismo lucido e incoherente? ¿Cabe la ignorancia del
conocimiento y que de este no sea visto con realidad profunda y desaprovechada?
Nuestras costumbres son
y están basadas del conocimiento adquirido de padre a hijo, de maestro a
alumno, de madre a hija, de abuelo a nieto, de amigo a padre, y es así y será
por los “siglos de los siglos” tenemos una fluidez de saberes ilimitado y este de
una u otra manera representa nuestro perfil social. Estos conocimientos nos da
la inteligencia suficiente para defendernos de variantes dificultades que en
nuestra corta y larga vida nos depara, del vasto conocer de saberes es
necesario la introspección y expresarlo de la mejor manera posible y de la
mejor efectividad y eficacia en cualquier caso dado o por albergar.
Pasa el tiempo como el
rio sin obstáculos, avecinando tranquilidad y aguas turbias, es una rueda que
gira y se espera lo mejor o lo peor, como cosas del destino las palabras riman
y termina igual, dos letras de esas palabras; desde nuestra infancia nos han
enseñado a ser correctos e inhumanos –en un sentido leve-, es irónico pero
cierto, respetar las normas y leyes, respetar nuestros padres y funcionarios,
ser ordenado en nuestros hogares y en público, ser educado y benévolo;
desgraciadamente la infancia pasa por dificultades propias de su naturaleza, en
muchos casos nos vimos traumatizados -por así decirlo- por historias, cuentos y leyendas que nos
afectaron por su alta o poca delicadeza en sus personajes; la historia misma
nos enseña a no tener compasión, que las cosas malas como las colonizaciones
sea como se nos sea dicha, llegara un punto en nuestras vidas que nos tocará
leer la verdad y esos cambios, esa idea que nos fue plantado no es la cierta,
nos daremos cuenta que sin estudios sea en silencio o en un nivel educativo, la
caja negra y llena de oscuridad gris no es la que queríamos ser.
Cuán grande es nuestra
ignorancia en los ámbitos del conocimiento inseguro? Trazamos nuestra lealtad
ante todas las cosas, en diferentes modos y en diferentes sentidos de nuestra
vida, somos capaces de retener los deseos enajenados de individuos con mucha o poca
expectativa de sus intereses, lealtad que nace por naturalidad y se desarrolla
o es desarrollada en un sentido tal que llega a convertirse en desasosiego. Esta
lealtad sesgada en muchos de los casos, objetiva las metas a alcanzar y se
desvirtúan dejando oportunidades y enajenan principios esenciales de la vida
misma, figuras sombrías indeterminadas y que discrepan de toda voluntad
benéfica.
Pero no es solo la
lealtad, algo importante en algunos casos, es posible el sentido de pertenencia
por interés individual de una institución ya sea bien pública o privada, sea un
ente gubernamental o un partido político, no importa si esa lealtad, esa
pertenencia tenga que estar en contra de tu voluntad o en contra de tus
principios, lo importante es lo que debe hacer sin importar las consecuencia
que de este perjudique, ya no importa todo lo que te fue enseñado o no en casa,
lo conversado con personas de moral intachable, no importa; porque si de algo
es seguro que cuando las oportunidades aparecen de manera fácil y sencilla, no
se debe desaprovechar, tajante a la sobriedad.
Nos encontramos en otro nuevo tiempo de una sociedad
hipócrita que no descarta la más mínima partícula para ostentar ante cualquier
ser vivo e incluso a lo que no están, porque después de muertos subrayan su
nombre a diezma y sin conciencia por su bienestar ineludible, por su nefasta
ingratitud y solo en algunos casos, son tomados con pura responsabilidad, con
moral, con obediencia sincera; y sabemos muy bien recibir discursos y engaños
de cualquier forma, de cualquier similitud que este represente, esas pequeñas
cosas que nos hace abrir más los ojos, aunque ya estén abiertos; sin confundir la
obediencia por el uso de la fuerza, sea por la física o por el uso del chantage –dicho en francés-; no obstante somos capaces de cambiar las
cosas, somos capaces y tenemos los derechos Naturales, los derechos Bíblicos,
los derechos plasmados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948, y aunque tengamos en nuestro poder todo aquello, la inmoralidad se hace
presente y desgasta cualquier cambio positivo.
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