Mayo, mes de mil amores y debilidades oblicuas; mayo, mes de noticias fortuitas e intolerantes; mayo, de dos mil dieciséis políticamente arbitrario a las costumbres y cultura, desperdigando nuestras creencias y nuestra educación por la vida a consecuencias de acciones desacertadas por todos los entes involucrados en la economía de nuestro país; nos encarece la posibilidad de sentir, de trabajar, de estudiar de vernos las caras fijando las miradas en fisonomías distintas mostrando sentimientos desvirtuados.
Nos ha llegado nuevamente el mes del acostumbrado aumento salarial, este aumento que se desvanece hoy en día desde hace un año cuando empezó a perder fluidez, nos encontramos en nuestro alrededor distanciados de la magnitud de lo posible, de la felicidad interno bruto (FIB), la escases nos ha cambiado la manera de pensar, eso se puede apreciar en las inmensas colas para poder adquirir el producto necesitado que se encuentra limitadamente en los supermercados y exageradamente con los subasteros (llamados revendedores o bachaqueros) estos craso eventos penumbrosos se nos altera en palabras eclécticas por diferentes actores directamente involucrados y contrarresta nuestra voluntad popular al mínimo posible, degenerando vacíos de inconciencia.
Nuestras miradas son discriminadas, nuestras voces ahuyentadas, ir o venir ya no es camino de victoria, nuestra dignidad cae más allá del subsuelo al ver como las cosas se suscitan tajantemente, nuestros niños no saber que mentir es malo, y sin embargo lo hacemos tratando de no crearle en sus recuerdos una Venezuela descomprimida e intolerable.
Esta superflua situación desenfrenada que vivimos nos ha alargado nuestros días, no por un simple cambio de horario, es por la aventura de buscar lo desaparecido, sea cual sea el rubro a necesitar, a pesar de que muchos tergiversan nuestra triste realidad, es imposible dejar de pensar la desilusión que se vive cuando en nuestros hogares vemos lo que no está.
Se dice que la “esperanza es lo último que se pierde” y en estos casos somos testarudos, confiamos ciegamente que este País mejorara sin duda alguna, porque así lo sentimos, porque así lo deseamos, porque así debe de ser; es prospero en tiempos de crisis debido que nuestras manos no se rinden, trabajamos sin cesar, en cualquier circunstancia no nos ocultamos, nos mostramos fuertes y bajo cualquier peripecia sonreímos y hacemos sonreír, porque Venezuela es nuestra patria, porque tú eres Venezolano.
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