Calle la Vigia |
Diferentes
somos todos, pero iguales por naturaleza, hablamos sin cesar y nos cuidamos
como hermanos, seguros de sí mismo e inseguros por quienes
pasan, con la esperanza en juego, dado que se lanza, ruleta en espera, es así lo que vivimos en ese momento, y tan solo es la
primera noche sin saber cuantas faltan.
Calle la Vigia |
Llego el
domingo, 3 de enero de 2016, el día asoleado, con el calor que
caracteriza en la ciudad, reunidos una parte del equipo conformado por cada
cuadra, las conversaciones se miran interesantes, anécdotas se memorizar, fluye una amistad, que aunque se
conoce es momentánea, no cabe duda que es de
confianza. Bajo la luz de algunas estrellas, pocas de verdad se aprecian, sigue
nuestra contienda, la espera y la esperanza de lo esperado, y entre estar aquí y otros allá, no falta la gracia del
vallepascuense, la carisma y el hunos entre conversas y risas, hallacas, pan de
leche, dulces, bebidas gaseosas nos acompaña la noche, mientras vemos el reloj
pautado y lento.
4 de
enero, 5:30 de la mañana, el reflejo del sol se aprecia
un poco, los sonidos de máquinas ir y venir, una voz tensa,
insegura y a su vez rígida y delicada de un hombre
propaganda que dice "el cafet" repetidamente una y otra vez hasta que
las personas salen de sus casas rodantes para saborear su oferta, es un
amanecer ligero, con frio, y calor, inevitable dejar seguir durmiendo cuando lo
deseado esta cerca.
Llegase el
medio día, el sol, el calor y vemos llegar dos cubos de metal,
la alegría no se hace esperar, puestos en nuestros lugares
aguardamos; tarde es y cada vez más cerca de mi destino por la
espera, atentos todos, hay diferencias, hay similitudes y pérdidas de moral a causa de aquello, llega mi turno y en la puerta quedo, no hay
tiempo se ha llegado la hora, cierran y para mi se suma otra noche y otro día.
5 de
enero, cuatro y treinta y tres de la mañana, los sonidos de algunas
personas renuentes y rebeldes por aquellos ausentes amenazan con excluir a los
mismos, el sonido de los gallos de algunas casas a lo lejos, carros van y
carros vienen: buses, taxis. El frío leve y fuerte
"engallinan" la piel de algunos de nosotros, esperamos el amanecer;
mientras la espera la conversa empieza nuevamente, historias y anécdotas brotan del recuerdo y sin darnos cuenta ya la
hora se acerca como morrocoy apurado. Llegan quienes ver a diario la cara de
quienes cansado estamos, la alegría nuevamente porque ya el final de
una jornada de cuatro días y tres noches llega, dan "luz verde"
ingresamos seis vehículos,, treinta minutos entre la
espera por sistema, instalación y actualización de datos; al fin, fin de la jornada.
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