miércoles, 6 de enero de 2016

La noche espera

Calle la Vigia
Seis de la mañana en la calle la vigía de la Princesa del Llano, entre sonidos de bestias maquinarias y cantares de aves, por el este la imolevante sombra naranja se ve y el frío de una mañana que pareciera ser calurosa; nos despierta luego de una noche de espera dentro de nuestros vehículos estacionados a lo largo de la calle.


Diferentes somos todos, pero iguales por naturaleza, hablamos sin cesar y nos cuidamos como hermanos, seguros de sí mismo e inseguros por quienes pasan, con la esperanza en juego, dado que se lanza, ruleta en espera, es así lo que vivimos en ese momento, y tan solo es la primera noche sin saber cuantas faltan.

Calle la Vigia





Llego el domingo, 3 de enero de 2016, el día asoleado, con el calor que caracteriza en la ciudad, reunidos una parte del equipo conformado por cada cuadra, las conversaciones se miran interesantes, anécdotas se memorizar, fluye una amistad, que aunque se conoce es momentánea, no cabe duda que es de confianza. Bajo la luz de algunas estrellas, pocas de verdad se aprecian, sigue nuestra contienda, la espera y la esperanza de lo esperado, y entre estar aquí y otros allá, no falta la gracia del vallepascuense, la carisma y el hunos entre conversas y risas, hallacas, pan de leche, dulces, bebidas gaseosas nos acompaña la noche, mientras vemos el reloj pautado y lento.















4 de enero, 5:30 de la mañana, el reflejo del sol se aprecia un poco, los sonidos de máquinas ir y venir, una voz tensa, insegura y a su vez rígida y delicada de un hombre propaganda que dice "el cafet" repetidamente una y otra vez hasta que las personas salen de sus casas rodantes para saborear su oferta, es un amanecer ligero, con frio, y calor, inevitable dejar seguir durmiendo cuando lo deseado esta cerca.

Llegase el medio día, el sol, el calor y vemos llegar dos cubos de metal, la alegría no se hace esperar, puestos en nuestros lugares aguardamos; tarde es y cada vez más cerca de mi destino por la espera, atentos todos, hay diferencias, hay similitudes y pérdidas de moral a causa de aquello,  llega mi turno y en la puerta quedo, no hay tiempo se ha llegado la hora, cierran y para mi se suma otra noche y otro día.

5 de enero, cuatro y treinta y tres de la mañana, los sonidos de algunas personas renuentes y rebeldes por aquellos ausentes amenazan con excluir a los mismos, el sonido de los gallos de algunas casas a lo lejos, carros van y carros vienen: buses, taxis. El frío leve y fuerte "engallinan" la piel de algunos de nosotros, esperamos el amanecer; mientras la espera la conversa empieza nuevamente, historias y anécdotas brotan del recuerdo y sin darnos cuenta ya la hora se acerca como morrocoy apurado. Llegan quienes ver a diario la cara de quienes cansado estamos, la alegría nuevamente porque ya el final de una jornada de cuatro  días y tres noches llega, dan "luz verde" ingresamos seis vehículos,, treinta minutos entre la espera por sistema, instalación y actualización de datos; al fin, fin de la jornada.




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