viernes, 8 de abril de 2016

Vital Líquido, Valle de La Pascua

“La tarde era fresca, el ambiente estaba impregnado de olor a tierra mojada, las hojas de los árboles se juntaban como susurrándose lo que el enamoradizo viento les decía a cada una de ellas. Sin saber por qué, mientras recorría las calles de la ciudad en aquel moribundo ocaso, me dirigí, por la calle Guasco, hacia el este de la ciudad, quizás  buscando revivir, inconscientemente, aquellos días infantiles cuando íbamos a excursionar a la LAGUNA DEL PUEBLO donde pasábamos ratos de verdadera distracción y completo esparcimiento.
De repente, ante lo que veían mis ojos, surgió la pregunta necesaria: ¿Qué se hizo la laguna? Y yo, en un taciturno soliloquio, me respondí: La Laguna del Pueblo ya no existe, se secó, sólo quedan recuerdos y un charco que patentiza una triste evocación de lo que ella fue en sus días de esplendor; un pantano que se forma en época de lluvias. Ella era la última de las lagunas de Valle de la Pascua que se conservaba. Las otras que, aunque insanas, también sirvieron para calmar la sed de la población fueron desalojadas por el empuje de la ciudad misma en expansión.

            Ahora mi gente no puede disfrutar de la Laguna del Pueblo, cuya voz azulada apenas  se puede advertir porque el manto verdoso de la bora, así como algunas plantas acuáticas cubren lo poco que queda de ella. Su lenguaje, en aquellos días que se fueron, nos hablaba del trabajo, de la fe y el cariño de los habitantes de la villa, pero se vestía de silencio cuando se trataba de las cuitas vividas en sus orillas para luego reír, con  retozona alegría, al sentir el contacto de la totuma, la tapara, el barril o el chapotear de las bestias cuando mancillaban su seno para abrevar, y del imprudente muchacho que, olvidando que de allí se tomaba agua,  se lanzaba en furtivo  clavado buscando refrescarse.            Además de la Laguna del Pueblo, otras también dejaron sus huellas en Valle de la Pascua como la LAGUNA DE LA VIGÍA O CAÑO DE LA VIGÍA,  que era la de mayor data. Esta laguna fue la única fuente de agua que dispuso la población durante la época independentista. Se nutría de una de las vertientes de los llamados pocitos o manantiales, que se piensa existieron en la parte alta de la ciudad donde actualmente funcionan las oficinas de la CANTV, los cuales dejaban correr sus aguas en bajada en dos direcciones: hacia el lado sur, por la hoy calle Mascota hasta llegar a verterlas en el caño; y hacia el este, por las hoy calles Guasco y Real, hacia la cuenca de la quebrada de La Pascua, las mismas que años más tarde fueron represadas dando origen a la Laguna del Pueblo.

                       Esta Laguna de La Vigía fue pieza clave en la estrategia militar realista durante la gesta emancipadora. Con la privación de su vital líquido quisieron los partidarios del Rey, en 1814, rendir a los patriotas sitiados en el lugar, objetivo que no lograron. Por otra parte, en sus alrededores, el año de 1815, los tenientes Gregorio Saldivia y Valerio Muñoz, enviados al pueblo por el General Pedro Zaraza para espiar y obtener información sobre su hijo Pedrito, mantenido allí como rehén por el realista García Luna; apresaron al joven Manuel Martínez, servidor de la corona, cuando se dirigía a la laguna a darse un baño. Este mozo suministró la información deseada y años más tarde, pasó a formar parte del ejército de Zaraza quien lo llamó: “valiente Sargento Martínez”.

                       La Laguna de la Vigía, ubicada al Sur de la ciudad, fue mandada a secar por la municipalidad, en 1943,  a fin de construir en ese lugar el Hipódromo de los Llanos, hoy desaparecido. Actualmente el sitio está ocupado por el Terminal de Pasajeros  Juan Arroyo.            Otra que dio frescor a mi pueblo fue la LAGUNA EL ROSARIO,  ubicada hacia el norte de la población, donde actualmente se encuentra el barrio del mismo nombre. Según refiere el Dr. Víctor Manuel Ovalles en su libro Llaneros Auténticos, esta laguna fue mandada a construir a finales del siglo XIX por el General Pedro Arévalo Oropeza,  quien fungía de Jefe  Civil  del  Distrito y  Jefe de los Liberales (Turpiales) en la zona, con la finalidad de abastecer de agua a un vecindario que estaba distante del centro de la ciudad y de las fuentes de agua utilizadas por aquellos días.

                       Esta laguna se caracterizaba por tener una cruz de madera  plantada en su corazón, símbolo que guardaba muchas incógnitas acerca de su origen. Algunos de los viejos habitantes del pueblo dicen que  el autor del trabajo nunca se conoció y que la razón de su existencia era que en esa laguna perdió la vida, por inmersión, un sacerdote. Otros informan que esa cruz fue construida por el señor  Miguel Ledezma y colocada allí, en 1918, como una manera de proteger al pueblo contra la terrible gripe española que azotó al país en esa época.
            Años después, exactamente en 1945,  esta acequia, igual que la del Pueblo,  fue ensanchada  para hacerle frente a la sequía que confrontaba  la población.  Ella también fue mudo testigo del tesonero trabajo de un pueblo que luchaba por mejores derroteros. En sus alrededores, en la década de los años 20, un grupo de hombres entre los que se contaban Teófilo Bolívar, Vicente Bolívar, Juan M. Loreto, Ramón Pérez, Juan Bautista Carrillo, Jorge Arévalo y José Camero, se dedicó a la alfarería, fabricando ladrillos,  que vendían a un centavo, y tejas cuyos precios oscilaban entre una locha y medio real. 
             Posteriormente, y una vez desaparecida la Laguna El Rosario, la cruz fue trasladada a la calle Los Ilustres, a media cuadra de la Escuela Básica Rafael González Udis, donde permanece y cada año, en Semana Santa, se le adorna con palmas, olivos y flores para recibir el Santo Sepulcro.
            Hoy, cuando  un empujón de los tiempos modernos me llevó al lugar donde estuvo la laguna y donde muchas veces el alba me sorprendió carreteando agua de su seno o jugueteando a lo largo del tapón con los amigos de  infancia: Asdrúbal Cordero, Benjamín González, Pedrito Belisario, Chichí Gómez, Andrés Condales y David Pariaco, entre otros, no me queda más que cerrar los ojos para escuchar, en la lejanía del tiempo, el golpeteo del cuerpo de un infante contra sus inmóviles aguas.

LA LAGUNA NUEVA también asentó su nombre en la historia local. Estaba localizada en la parte norte de la ciudad, y su tapón se ubicaba, hoy,  en la confluencia de las calles Providencia y San Miguel. Esta laguna fue construida  en 1945  como medida remedial  para mitigar la sed que vivió el pueblo para esa época. Sus aguas, además de servir para el consumo humano y para el solaz y distracción familiar, también fueron usadas para la evangelización de los vecinos, pues allí se hacían cultos religiosos.

            Otras lagunas, pequeñas pero de grata recordación, fueron: la de Ño Pilar, que estaba  en un potrero de Don José del Pilar Chávez, ubicado donde coinciden  la Av. Rómulo Gallegos y la calle Atarraya; la del Cardón o de Los Mudos, llamada así porque al norte de la misma vivían dos hermanos que tenían esa discapacidad, ubicada  en el bajo de Chaguaramas, hoy Cristo Rey; La Totonera, en el sector El Rosario, entre calle Atarraya y Retumbo; Las Trenzas, también en el Rosario; la de Playa Verde, en Playa Verde; la Laguna de Baltazar, en Playa Verde, entre las calles Orituco y Esperanza; La  Campito, en Los Bálsamos, en un potrero de Don José Camero; La Centenario, en el sector Guamachal y  La Peruchera, que aún, con desesperado esfuerzo, vive y la encontramos a unos cincuenta metros del Hotel San Marcos.Con el tiempo, la insalubridad de las lagunas así como las sequías a que se veían sometidas durante los inclementes veranos, obligó a los habitantes del pueblo a buscar otros medios para proveerse de agua, abriendo espacio a los jagüeyes y a los molinos de viento.

            Recuerdan los viejos moradores al jagüey de Don Dimas López, que estaba en un potrero de su propiedad, predio que se corresponde con el sitio donde se levanta el hotel Montecarlo; el del Sr. Padilla, en la calle Descanso, entre Retumbo y Atarraya; el de Manuel María Loreto, en la calle El Roble, entre las calles Atarraya y González Padrón; el de Rigoberto Santaella,  en la calle La Baranda. Igualmente se cuentan: el molino del Sr. Ovidio Salas, en la calle Guasco cruce con Deleite; el del Sr. Pedro García, en la zona del Escorzoneral, entre la Av. Rómulo Gallegos y la calle Esperanza; el de la Morita, en la calleLa Morita, entre calles Bolívar y El Roble, el cual a pesar de no cumplir ninguna función, aún está ahí como retando al tiempo; El Calvario, en la calle Atarraya cruce con Leonardo Infante;  el de Polvorín y  uno ubicado en el centro de la calle Guaicaipuro, que fue de los últimos en desaparecer.
            Estos molinos, igual que las lagunas, eran cuidados con esmero por la municipalidad que nombró, para su cuido y vigilancia, Celadores de Lagunas y Molinos.  Entre estos aún se recuerdan: José Arévalo, Juan Alvarado y Cipriano Cedeño (1903), Ramón González (1904), José Romero (1906), Delfín Prado y Andrés Delgado (1907), Luis Ramírez (1912), Salustriano Pérez (1939) y José Coronil (1942). Igualmente se creó el cargo de Inspector de Molinos ejercido inicialmente por Salvador Montalfi.

Pero, a medida que trascurría el tiempo, las lagunas y los molinos resultaron insuficientes para cubrir las necesidades hídricas de la población, por lo que se solicitó al Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, la construcción de un pozo artesanal, tarea que le fue asignada al Ministerio de Fomento y a los Ingenieros Carlos Blaschitz y Enrique Römer quienes entregaron la obra, el 27 de Marzo de 1922, al Concejo Municipal. Esta institución procedió a disminuir en un 5% el sueldo de sus trabajadores para poder costear el mantenimiento del pozo, calculado en trescientos bolívares mensuales.  

A medida que el pueblo crecía exigía servicios acordes al desarrollo, razón por la que el Ministerio de Obras Públicas inició, en 1938, bajo la inspección del Ingeniero Andrés Frágenas los trabajos de construcción del acueducto para suministrar agua en pilas públicas. Sin embargo, el Concejo autorizó, a los interesados, a conectarse al acueducto pagando por el servicio diez bolívares mensuales.

El acueducto de la ciudad se terminó de construir en 1941, con un costo aproximado de Bs. 853.298,35 y ese mismo año se inauguró con el siguiente personal: Mecánico, Ricardo Moreno, devengando un sueldo de 600 bolívares al mes; Vigilantes: Luis Valiente, Luis García y Agustín Aguilar, con sueldo de 144 bolívares c/u al mes y como Encargado de Llaves, Gabriel Martínez que ganaba 44 bolívares mensuales. No obstante,  en la construcción del acueducto no se previó dejar pozos de reserva por si acaso el agua suministrada por los artesanales faltaba como, efectivamente, sucedió en 1945, cuando estos se secaron y solo dos de ellos quedaron activos. La población enfrentó una situación de verdadera emergencia, que obligó a la municipalidad a racionar el agua cerrando las plumas públicas que estaban ubicadas en las esquinas: El Refugio, El Bambú, El Roble, El Carmen, en la Calle El Ganado y en la Casa El Llanero. Esta situación trajo, nuevamente, a las calles a los olvidados aguadores que sobre sus burritos, cargados con  barriles,  volvieron a la Laguna del Pueblo y  suplieron, por un buen tiempo, aquel deficiente servicio. Como se dijo previamente, ante la apremiante situación se ampliaron las lagunas: Del Pueblo y El Rosario y se construyó La Nueva para, en camiones cisternas aportados por el INOS, surtir de agua a la colectividad. Tal situación  obligó a pensar en la necesidad de construir una represa, planteamiento que le fue hecho el 20 de Marzo de1945, a su paso por Valle de la Pascua, al General Isaías Medina Angarita para entonces Presidente de la República,  quien prometió  realizar los estudios necesarios para tal fin.             Efectivamente, ese mismo año, el Ingeniero Rafael Vegas León proyectó la construcción de la obra, la cual se ejecutó en 1946 mediante un contrato del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) con la Empresa Venezolana de Inversiones C.A. (VICA), siendo el Ingeniero constructor, Ángel Graterol Tellerías. Así empezó la represa “El Corozo” a servir al acueducto de Valle de la Pascua.

            Años después, y a medida que las poblaciones cercanas empezaron a servirse de la represa El Corozo, ésta resultó insuficiente, imponiéndose la necesidad de una fuente de agua potable de mayor capacidad. Así se contrató a la empresa Ermo-Sanoja-Valladares Excavadora, para la construcción de una nueva represa, obra que se terminó en 1966, al retener el Río Tamanaco en el sitio Playa de Piedra, a unos 30 Kms. de Valle de la Pascua. Esta es la primera presa que colecta las aguas de la Cuenca del Unare.             Actualmente la Represa de Tamanaco está en servicio con una capacidad máxima de 246.500.000 metros cúbicos a su nivel máximo.”

De esta pequeña reseña histórica tomada de un libro,- que vale la pena colocarla en bastardilla- es necesario acotar que desde los inicios de Valle de La Pascua, el vital líquido ha sido profunda y suministradamente eventual, porque es importante la historia  depende de ella  nuestro futuro y de dónde venimos; hace 50 años que se fundó la Represa Playa de Piedra, mejor conocida como “Tamanaco”, cuando presidia el Dr. Raúl Leoni (1964-1969) y que luego la construcción pasa a ser llamada “Presa Ingeniero Guido Posewitz”:
“Resolución No. 93 de fecha 15-07-97, emanada del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, por la cual se denomina “Presa Ingeniero Guido Posewitz”, a la construcción realizada en el Río Tamanaco del Estado Guárico. Gaceta Oficial de la República de Venezuela No. 36.251 del 18 de Julio de 1.997.”

Es poca la información suministrada  sobre dicha construcción, pero si resalta con claridad la ineficiencia que ha generado el descuido, el ultimo aclamo del vital líquido fue declarado por el actual Alcalde del Municipio Leonardo Infante como primera autoridad civil, sin embargo en abril de 2011 el ingeniero Rafael Benito Andrade integrante de la seccional del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), denuncio que
“Desde 1998 estas represas prácticamente se han abandonado…. Nosotros estamos dedicados a la realización de un estudio minucioso de cada una de estas represas a los fines de proponer un programa para su recuperación e incorporación al riego de más de 3 mil hectáreas, factibles de regar en el oriente del Estado… Las represas ubicadas en el sector oriental de ese Estado son: Playa de Piedra y El Cigarrón, en el río Tamanaco. El Pueblito, sobre el río Quebrada Honda. La Becerra, sobre el río Ipire. El Médano y El Guaical, sobre el río Tucupido, en los Municipios Infante, Chaguaramas, Rivas, Zaraza, El Socorro y Santa María de Ipire…. Las represas se construyeron en las décadas de los 60 y los 70, pero posteriormente no se les hicieron los estudios de sedimentación, y por lo tanto, su capacidad se ha visto disminuida….”
En octubre del 2013, la “Agrupación Ecológica la Tierra Primero”, coordinado por el TSU. Wilfredo Requena, realizaron un llamado por medio de un blog, el mal estado de la carreta vía hacia la Represa Playa de Piedra, mejor conocida como Tamanaco, y que a su vez la falta de interés por los entes competentes ha producido déficit ecológico dado por los desperdicios que en la vía se encuentran acechando la continua vida animal que allí se presenta, esto sin mencionar de las personas que visitan el lugar para recreación o solo para el disfrute del lugar, pero muchos de ellos desconocen el daño dejado por tirar botellas, papeles, plásticos dentro como en las orillas del rio o represa.

Durante la gestión de otras Primeras Autoridades Civiles del Municipio Leonardo Infante, no han escapado de críticas por falta de cumplimientos de la promesas durante la campaña y estas son dejadas llevar por el viento, en el 2010, el Ex Alcalde Jose R. Ortega –uno de los más criticados en la historia de Alcaldes del Municipio Leonardo Infante- inspeccionó el sector Playa de Piedra, con la intensión de verificar cual es la problemática del empobrecimiento del servicio de las aguas servidas, sin embargo la problemática siguió a pie de cañón para muchos sectores del Municipio. Esta problemática se había apaciguado por la paciencia emblemática de los habitantes, calmando la sed con diferentes estrategias individualistas y en ocasiones grupales, ya que no se contaba –y posiblemente sigamos igual- con autoridades  que se les meta de frente –coloquialmente hablando- a la situación y busque una solución eficiente y objetiva.

Legalmente existe Artículos relacionados con los deberes y derechos que un funcionario público debe aplicar y ejecutar para el fiel cumplimiento de sus actividades, se puede mencionar la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en los Artículos relacionados con la gestión, funciones y deberes de servicios públicos –no se detalla para no aburrir a los lectores- .

A lo largo de los años se han realizado diferentes trabajos u obras –como dirían otros- en diferentes sectores del Municipio Leonardo Infante: reemplazo de tuberías, saneamientos, entre otros, pero no ha dado con el origen del problemas, el génesis de este mal que nos causa a todos estragos al pasar los años y que por razones políticas cada vez que entra un gerente nuevo a la Alcaldía, este fundamentándose en sus políticas calificativas obvia todo programa o proyecto por culminar en un área, sufriendo los más necesitados por la falta de solvencia publica efectiva, y nuevamente entramos en un laberinto sin salida, en una crónica social indefinida.

Actualmente ese grito de desesperación por el agua (2016), se ha suscitado nuevamente a consecuencia no muy claras, ya que cada representante político de diferentes toldas ha manifestado vértices contrarias a una posible realidad, lo más congruente haya sido lo referido al Alcalde Pedro Loreto, porque si leemos lo publicado por diferentes medios tanto locales como nacionales, se podría suponer que dos son las principales causas y fallas de la distribución correcta del servicio:

1-    La falta de reemplazo y mantenimiento de los equipos necesarios.
2-    La falta de reemplazo de las tuberías principales de distribución desde la represa hasta el llenadero.

¿Cuál es la perspectiva que como ciudadanos apreciamos?

En primer lugar la diferencia política; esta ha influido en un lenguaje casi propio del Venezolano, teniendo su origen a causa de los primeros dictadores ya que desde entonces se escucha el calificativo que nos obliga a entrar en discusión, izquierda o derecha, democrático, revolucionario, blanco o negros, ect.

Segundo, la ineficiencia política; cada uno de los políticos llega al cargo a causa del voto, y es allí donde entramos nosotros como los responsables de la peligrosidad que esto representa a nuestra sociedad y el cambio que ella pueda presentar. No podemos seguir permitiendo dejar a una persona tan común y corriente como cualquier otro en este mundo, en llegar a cargos tan importantes políticos sabiendo a cuestas su perfil, es allí la primera causa y falla del quebrantamiento de nuestro País.

Tercero, la creencia humana; somos tan humanos que erramos sin razón, somos tan creyentes que al momento o en el proceso de elección le damos esa confianza a un candidato que olvidamos sus fallas y errores y asumimos nos sacara de todo problema, es nuestro amigo y confidente y es allí donde muchos de ellos se aprovechan, que tanto hay de eso en la papeleta que depositamos en la urna de votaciones.

Cuarto, ¿la pregunta del millón; cuando solventaran?

























600 Lt. por familia en promedio de 3 personas
Considerando lo expuesto, ¿Desde cuando no realizan la sustitucion de los equipos?
¿Cuando será ejecutado este proyecto?
Cortando rabo y oreja.





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